No es fácil ser la hija de alguien conocido, menos cuando el personaje en cuestión es un político, ya que la política despierta "pasiones" en la gente. “No es como ser un actor, por ejemplo, que te puede gustar o no, pero es difícil e imposible no estar, sabiendo que tu papá vive en algo como eso, es complicado que te cargue demasiado”
A María Estela, nunca se le va a olvidar el momento en que a Joaquín Lavín lo garabatearon en la calle. “Son muchos los rumores y amenazas que nos afectaron, la gente te prejuzga. Al ser hija de un hombre tan ambicionado públicamente, piensan que eres de derecha, que eres Opus Dei, que tienes plata, que te crees la muerte porque tu papá es conocido. Nada más alejado de la realidad, al contrario, yo me sentía muy insegura y me cargaba que se fijaran en mí. Muchas veces, me pasó en la universidad que amigos míos, me dijeron que antes de conocerme pensaron que era una quebrada, creída y cuica. Hasta mi propio marido (que era compañero de universidad) me tenía “mala” antes de hablarme, según él yo era excéntrica.
Estela no se sentía con poder, según ella habría sido absolutamente iluso de su parte. Es más, cree que el ser "hijos de" juega en contra. Explica que su padre es una persona absolutamente estricta con el tema de los pitutos, que es donde, quizás, habría podido tener alguna clase de poder. Al hablar, lentamente sus manos se posan sobre sus mejillas, disimulando sus ojos brillosos. “Nunca nos dejó subirnos al auto municipal. Cuando estás en gira de campaña, hay mucho fervor y la gente te pide autógrafos, pero es algo efímero, no es "fama" propiamente tal. Para nosotros era divertido, una anécdota”
Caminamos por la vereda norte de providencia, siento el entusiasmo de las personas al saludarla y decirle: Yo te conozco, ¿Eres amiga de mi prima? ¿Estudiaste en el colegio no se cuanto? ¿Tú eras Sabrina de Cachureos? ¿Salías en una teleserie? Estela mira a su alrededor con una cara de resignación, entrelaza sus manos debajo de la cartera y da un último suspiro. Cuenta que son muchas las personas que la encuentran conocida, y que es difícil decirles: “Sí, ¡qué tanto!, soy hija de Joaquín Lavín”.
Conversamos mucho del tema y ella fue extremadamente espléndida con los datos. Yo seguía tomando nota de sus aventuras y desventuras durante la experiencia de recorrer Chile y conocer todas sus realidades. En ese entonces la perspectiva de Estela cambió para siempre. “La verdad es que congelé mis estudios durante la campaña presidencial. Yo estaba en Ingeniería Civil en la Universidad Católica y la carrera no era fácil, como para compatibilizarla con la campaña. Además no me sentía muy cómoda en la universidad. Las elecciones pasaron a ser el tema del año y era bien “latero” tener a la mitad de los compañeros mirándome con cara de cumpleaños y a la otra mitad con cara de pocos amigos”.
Estela conoció el sacrificio de los pescadores que se levantan a las 5 de la mañana, a los pascuenses que no se sienten chilenos, a los mineros, la toma y los campamentos. “Una vez me tocó ver en Alto Hospicio a unos niños sacando cáscaras de papas de la basura. Su mamá iba a hacer una sopa con ellas. Creo que después de ver eso no puedes permanecer inmune ante la pobreza”.
María Estela Lavín hoy no se motiva con la política chilena, cree que hay gente buena, que de verdad tiene vocación de servicio público, pero son minoría. “Me molesta que se queden pegados en los cargos presidenciales y no hagan nada por cambiar, incluso algunos se corrompen, no me gusta el ambiente”.
La hija del ex candidato presidencial Joaquín Lavín, aún no ha decidido totalmente su voto. No hay ningún candidato que de verdad la represente, pero si cree en la alternancia en el poder y en este caso la representa Sebastián Piñera. Ella miró al suelo…Después de un rato nos despedimos.